Servant Leader for Christ

Servant Leader for Christ

My name is Amandio Alves Galvao, and I am a servant leader for Christ. I live in the north of the country of Portugal in the rural town of Moncao. My paternal and maternal grandparents emigrated to Angola in 1947. In the post-war period, all of Europe suffered from acute economic problems. That lack was more pronounced in rural regions like here in the north. That circumstance caused me to be born in Benguela, Angola, a beautiful and quiet city.

In 1973, my mother suffered from a lung tumor and had surgery in Cape Town, South Africa. In the hospital, a nurse gave him a booklet and some pamphlets from a church. My parents were of traditional Catholic confession. However, when they came back to Angola, my father looked for that church of the Protestant persuasion.

My father and I started attending that church. In 1974, we were baptized. My dedication to the cause of the gospel was total. We participated in evangelizing activities and the social needs of the most disadvantaged population, already at that time in the middle of the civil war. In addition to the evangelizing activities of the church in which he participated, he moved personally towards evangelism in the school where he studied. It was a rewarding stage despite the war.

Move to Portugal

In the fall of 1975, it was already unsustainable to continue living there. The civil war paralyzed all activity, and there was no longer food. We returned to our origins, to Moncao, Portugal.  We went with absolutely nothing, without resources. They were difficult years where we live with a lot of lack. But, the fire of the gospel burned within. The desire to bring Jesus and his goodness to others gave joy and immense peace.

At 18 years old, I became a missionary-colporteur for two years. I traveled outside of Portugal, working for the gospel and studying theology for two years. I wanted to be a pastor and dedicate my life to the service of others.

Called to be a Servant Leader for Christ

Over time, a feeling of dissatisfaction grew inside me. The church I attended seemed excessively elitist, exclusive with other people and churches. They were considered the only holders of the truth of God. That sense of people and looking for oneself while excluding others each time made me uncomfortable. It seemed contrary to the redemptive mission of Jesus.

I decided to walk with God on my own and leave that denomination. I felt happier considering that all people are children of God. Jesus made his redemption for all people. God loves everyone equally. I am to love God above all things and others as myself. That inner fire makes me feel like everyone’s brother, no better than anyone and my neighbor’s servant. So I have been a servant leader for Christ in my personal life and my profession.

Trained Servant Leader for Christ through CLI

God blessed me with a wife who suffers from the same ‘madness’ of the gospel, compassion for others, tolerance and kindness, service to others. I am very thankful.

Now at 61, I have the opportunity to complete my studies with the Christian Leaders Institute. I believe that the hand of God guided my steps in my journey through all these years. And when I felt the need to study again and plant small groups in the gospel Christian Leaders Institute appeared in my life. May God abundantly bless CLI in its mission to prepare servants of God.

Learn about ordination with Christian Leaders Alliance.

Me llamo Amandio Galvao y soy de Portugal. Vivo al norte del país en una población rural, Moncao.
Mis abuelos paterno e materno emigraron para Angola en 1947. En el pos-guerra toda Europa sufría de problemas económicos agudos. Esa carencia era más acentuadas en regiones rurales como aquí en el norte. Esa circunstancia hizo que yo naciera en Benguela, Angola. Una bonita y tranquila ciudad.

En 1973 mi madre sufría de un tumor pulmonar e fue operada en Cap Town, South Africa. En el hospital una enfermera le regaló un librito y unos folletos de una iglesia. Mis padres eran de confesión católica tradicional pero ya de regreso a Angola mi padre buscó esa iglesia de la confesión protestante.

Mi padre e yo comenzamos a asistir a esa iglesia. En 1974 fuimos bautizados. Mi entrega a la causa del evangelio fue total. Participando de todas las actividades evangelizadoras y de las necesidades sociales de la población más desfavorecida, ya por entonces en plena guerra civil. Además de las actividades evangelizadoras de la iglesia en que participaba, personalmente hacia evangelismo en el colegio donde estudiaba. Fue una etapa muy gratificante a pesar de la guerra.

En el otoño de 1975 ya era insostenible seguir viviendo ahí. La guerra civil paralizó toda actividad e ya no había alimentos. Regresamos a los origines, a Moncao, Portugal. Absolutamente sin nada y sin recursos. Fueron años muy difíciles donde vivimos con mucha carencia. Pero el fuego abrasador del evangelio ardía en el interior y la ansia de llevar a Jesús y sus bondades a los demás alimentaba la alegría y una inmensa paz.

Tenía 18 años y me hice misionero-colportor por un período de dos años. Viajé fuera de Portugal y seguí trabajando para el evangelio y estudiando teología por dos años. Deseaba ser pastor y dedicar mi vida al servicio de los demás.

Con el tiempo una sensación de insatisfacción crecía en mi interior. La iglesia a que assistia me parecía excesivamente elitista, exclusivista en relación a las demás personas e iglesias. Se consideraban los únicos poseedores de la verdad de Dios y que las demás iglesias reformadas juntamente con la católica eran Babilónia y rameras de Satanás. Esa acepción de personas, ese mirar para uno mismo excluyendo los demás cada vez me fue incomodando más. Me parecia contraria a la misión redentora de Jesus.

Decidí andar con Dios por mi cuenta y dejar esa denominación. Me sentí más feliz no haciendo acepción de personas y considerando que todos son hijos de Dios. Por todos Jesús hizo su redención. A todos Dios ama por igual. Y así me siento, amando a Dios por encima de todas las cosas e al prójimo como a mi mismo. Ese fuego interior me hace sentir hermano de todos. No mejor que nadie pero siervo de mi prójimo. Así vengo haciendo en mi vida personal y en mi profesión.

Dios me bendijo con una esposa que sufre de la misma ‘locura’ del evangelio, la compasión por los demás, la tolerancia y la bondad, el servicio al prójimo. Soy muy afortunado.

Ahora a los 61 años tengo la oportunidad de completar mis estudios con el Christian Leaders Institute. Creo que la mano de Dios guió mis pasos en mi caminada personal a lo largo de todos estos años. Y cuando sentí la necesidad de reanudar mis estudios y plantar pequeños grupos en el evangelio Christian Leaders Institute apareció en mi vida. Que Dios bendiga al CLI abundantemente en su misión de preparar siervos de Dios.

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